He gastado adoquines yendo y viniendo,
sin llegar a ningún sitio...
Todo es gris, tan descolorido,
que llego a pensar si sirvió de algo
entablar amistad con tantos reptiles,
y demás fieras salvajes,
que habitan hoy en el cemento...
A veces me siento seguro,
creyendo estar solo, sin ojos que me juzguen,
pero de pronto los encuentro, estudiándome con temor,
inquisidores, voraces, sedientos de avaricia,
como si quisieran apoderarse de mis secretos más ocultos...
¡Que tontería!...
El sol se apagó en mis brazos,
y por más que lo intento,
no logro conformarme con el calor del asfalto,
de este asfalto tan gris, tan descolorido,
que hoy me oprime el alma.
De este asfalto que, tan solitario,
parece querer arrastrarme
hacia los oscuros valles de la desesperación...
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