como el sol a la pradera,
cual mar que lame la arena,
como árbol de otoño que besa la brisa.
Te amaré con la misma fuerza
cual escritor a su musa,
como la noche a la luna
como te he amado desde siempre,
como solo yo podré hacerlo.
Acaricia mi ensueño
el suave murmullo de tu suspirar,
¡como ríe la vida
si tus ojos negros me quieren mirar!
Y si es mío el amparo
de tu risa leve que es como un cantar,
ella aquieta mi herida,
¡todo, todo se olvida..!
El día que me quieras
la rosa que engalana
se vestirá de fiesta
con su mejor color.
Y al viento las campanas
dirán que ya eres mía
y locas las fontanas
se contarán tu amor.
(Montse Cortes)
La noche que me quieras
desde el azul del cielo,
las estrellas celosas
nos mirarán pasar
y un rayo misterioso
hará nido en tu pelo,
luciérnaga curiosa
que verá...¡que eres mi consuelo..!
Recitado por Andres Calamaro:
El día que me quieras
no habrá más que armonías,
será clara la aurora
y alegre el manantial.
Traerá quieta la brisa
rumor de melodías
y nos darán las fuentes
su canto de cristal.
El día que me quieras
endulzará sus cuerdas
el pájaro cantor,
florecerá la vida,
no existirá el dolor...
La noche que me quieras
desde el azul del cielo,
las estrellas celosas
nos mirarán pasar
y un rayo misterioso
hará nido en tu pelo,
luciérnaga curiosa
que verá... ¡que eres mi consuelo! (mi consuelo...)
El dia que me quieras…
(Varias fuentes sostienen que a principios de noviembre El Jefe visitó Salcedo y dijo que
tenía dos problemas que eran los curas y las Mirabal y que quería resolverlos.
En torno a la orden del asesinato, Don Cucho Alvarez, un íntimo de Trujillo al
momento, decía que "órdenes de esa naturaleza no podían provenir de ninguna autoridad,
que era el mismo Trujillo, y mucho menos producirse sin su consentimiento expreso".
Consumado el hecho, el propio Trujillo insistía en desligarse del mismo, y le ordenó a
quien lo ejecutó, Candito Torres, jefe del SIM, que lo investigara antes de que se lo
achacaran al gobierno, consciente de las consecuencias.
El general. Antonio Imbert Barrera, dijo: "¡Carajo! Nos matan nuestros hijos, nos matan
nuestros padres, nos matan nuestros hermanos y también vamos permitir que nos maten a
nuestras mujeres" .
El Gral. Pupo Román, Secretario de las Fuerzas Armadas, dijo: "si este
gobierno necesita matar mujeres para sostenerse, yo no voy a ser parte de él.".
El héroe Salvador Estrella Sadhala, dijo: "Y vamos a dejar que nos maten las mujeres".
El Lic.Luciano Díaz, compadre del Jefe, dijo: "Se jodió Trujillo".
El Ing. Pedro Livio Cedeño, lloró la muerte de las Mirabal, y dijo "Para que mis hijos vivan en un país libre, me comprometí a matar a Trujillo.
A los seis meses de este asesinato fue ajusticiado el Jefe.)1
Hoy se celebra le día internacional de la no violencia contra la mujer, leía en el periódico las biografías de las mariposas y la historia contada a través de los labios de Doña Dede, y me preguntaba, donde están esos héroes que un día dieron la vida por la seguridad de sus mujeres, hijos,su pueblo?...Acaso se acabaron los valientes?, acaso la sociedad esta condenada a hundirse en el fango de la delincuencia de nuestros días?, será que necesitamos que, una vez mas, el pueblo tome en sus manos la justicia, porque ya nuestros gobiernos no pueden?
Como podemos llenarnos la boca y hablar que ya tenemos un dia de no violencia contra la mujer y los demás dias hacernos los ciegos?
Como podemos hablar de seguridad ciudadana, cuando la misma violencia arropa nuestros hijos, nuestro pueblo dia a dia?.
Como podemos defender a la mujer, si la misma sociedad en si, no tiene quien la defienda?
Hace años nuestros gobernantes, nos dejaron a nuestra suerte.
Hace años nuestras escuelas dejaron de inculcar el amor a la patria por falta de ‘’presupuesto’’.
Hace años la policía se hizo de la vista gorda ante la criminalidad (y es que claro con el sueldo que gana un policía , no es como para que arriesgue su vida).
Hace años que el estado se volvió un cuento (Ali baba y sus cuarenta ladrones).
Hace años que el dinero pudo mas que el sentido y que cualquier sentimiento patriótico.
Y ahora el problema de la violencia lo tienen quienes cargan legalmente armas para la defensa de su persona y de los suyos?
Y Yo me pregunto: Oh y ahora quien podrá defendernos? …
1 Archivos del Prof. William Galván, biógrafo y autor de libros sobre las mirabal
El caso centra hoy la atención de todos los medios franceses, después de conocerse que el joven había escrito al presidente de la República, Nicolas Sarkozy, para pedirle un cambio de la legislación en favor de la despenalización del suicidio asistido.
"Por razones filosóficas personales", le contestó el presidente, "creo que no nos corresponde, que no tenemos derecho, a interrumpir voluntariamente la vida".
Después del choque me quedé en el fondo, como un muñeco de trapo. Los brazos y las piernas colgaban hacia abajo. El cuerpo comenzó a ascender hacia la superficie. Despacio, muy despacio. Yo intentaba moverlos, pero ellos seguían inermes, como si nunca me hubiesen pertenecido.
Mi cuerpo alcanzó la superficie. Cesó todo movimiento. Sólo me quedaba el pensamiento, que se movía por un espacio infinito y en blanco. Mis ojos miraban la arena. Se me pasó por la cabeza la imagen del cielo azul, claro y limpio.
Llevaba manteniendo la respiración desde el instante que me había caído al agua. Empecé a pensar que iba a ahogarme. Pasaban los segundos. Era como si el tiempo se deslizase con celeridad y el pensamiento quisiera llevarse grabado en la memoria, antes de morir, la historia del tiempo vivido.
Dicen, a veces, que cuando las personas sienten que van a morir les pasa por la cabeza como una película a gran velocidad todo lo acontecido, todo aquello que les ha marcado para siempre. Ésta fue, desde entonces, la frase que definió lo que estaba por llegar: para siempre.
Yo era marino mercante y las primeras imágenes que llenaron mis recuerdos fueron las de los puertos que había recorrido. Y la figura que destacaba por encima de todas ellas era la de la mujer que había penetrado, que me había poseído y que nunca más, nunca más, formaría parte de mi historia, o quizás sí, pero tomando el cuerpo etéreo de que están hechos los recuerdos.
Entre tocar el fondo y llegar a la superficie pasaron treinta segundos. Y un minuto y medio fue el tiempo que transcurrió en la superficie expulsando lenta, muy lentamente, el aire acumulado en los pulmones. En aquel instante –yo no lo sabía, pero dicen que la persona que se ahoga, después de expulsar todo el aire de los pulmones, tiene una muerte instantánea, muy dulce-, si hubiese intuido la vida que me esperaba, habría inspirado la tantas veces acariciada agua de la mar.
Y de repente aparecieron los puertos de Holanda, Maracaibo, Nueva York, y se fundieron, dolorosamente, las mujeres que había amado, y surgieron los recuerdos de mi infancia. Aquéllos que habían contribuido a hacerme hombre. ¿Hombre? –me pregunto ahora, pero ahora han pasado veintisiete años-. Aparecieron los verdes de mi tierra, las vaquiñas mansas, el rostro tan dulce de mi madre, la autoridad paterna y la ternura de mi tía y de mi abuela. Recordé su paciencia, sus caricias, y también apareció el rostro de aquel profesor que en la escuela nos pegaba.
No hay palabras para definir todas las imágenes que recorrieron mi mente en aquel minuto y medio. Es como si la facultad de recordar saliese del cuerpo, anduviera sobrevolando todos los lugares amados: el prado, el río, la gente, la niña con la que jugabas entre el maizal, el recodo del río donde te bañabas desnudo. Tal vez fuese el deseo del hombre de toparse de nuevo, de poder sentir y tocar la naturaleza. No sé a qué se deberá esa extraña sensación, quizá al deseo de la materia de volver siempre al principio.
De repente noté que alguien sujetaba mis cabellos y me levantaba la cabeza para preguntarme:
-¿Qué te pasa?
Se llamaba Manuel.
-No sé, sácame de aquí –respondí.
Cuando me sacaron del agua mi primera sensación fue la de que mi cabeza pesaba enormemente. No entendía nada. Me tumbaron boca arriba y contemplaba el cielo azul que antes me había pasado por los recuerdos. Nita de Vilas me pellizcaba las piernas y las manos, y me preguntaba:
-¿No sientes nada?
Ésa fue la primera vez que comencé a ver a los seres humanos desde abajo. Me metieron en un coche y me llevaron al circuito médico y continué viendo como fantasmas las caras de las personas. Desde abajo. Desde la camilla. Desde la cama. Ahí es donde empecé a contemplar el mundo desde el infierno. Parece que siempre veía a la gente allá arriba... Uno quiere levantarse, ponerse a su altura, en el lugar que había abandonado unas horas antes. Y tomas conciencia de que eso nunca jamás podrá ser.
Después de tres meses de deambular por entre los vericuetos de la ciencia, buscando el equilibrio perdido, pasa el tiempo y tomas conciencia de que no puedes encontrarlo. Nunca jamás. Ni puedes morirte, ni volver atrás"
Mar adentro,
mar adentro.
Y en la ingravidez del fondo
donde se cumplen los sueños
se juntan dos voluntades
para cumplir un deseo.
Un beso enciende la vida
con un relámpago y un trueno
y en una metamorfosis
mi cuerpo no es ya mi cuerpo,
es como penetrar al centro del universo.
El abrazo más pueril
y el más puro de los besos
hasta vernos reducidos
en un único deseo.
Tu mirada y mi mirada
como un eco repitiendo, sin palabras
'más adentro', 'más adentro'
hasta el más allá del todo
por la sangre y por los huesos.
Pero me despierto siempre
y siempre quiero estar muerto,
para seguir con mi boca
enredada en tus cabellos.
Poesia: Ramon Sanpedro
Imagen: Archivos X de Edwin